martes, 16 de julio de 2013

By Bruno Aschero.

"Mantenemos nuestra vida en un símil equilibrio porque eso nos da tranquilidad. No tenemos exabruptos buenos ni malos; no nos arriesgamos a cosas nuevas porque eso podría traer demasiada felicidad, o en consecuencia, una extrema decepción, lo que nos desequilibraría nuevamente la vida y obvio que no queremos eso ¡No, no queremos arriesgarnos! ¿Para qué? Si así estamos “bien”. Hasta que, tarde o temprano, el obstáculo aparece. Se empieza a desmoronar, a veces de a poco y a veces en su totalidad, el muro que nos separa de la vida y que nosotros mismos construimos. Y es ahí cuando, en un intento desesperado de escapar, queremos dormir. Sabemos muy bien que no es dormir para descansar, sino que es para aislarnos – otra vez- en un mundo construido por nosotros mismos. Lloramos, gritamos, imploramos que el día, la semana, el mes, el año o hasta la vida terminen de una vez por todas, pero ¿He ahí la verdadera solución? La división temporal, los finales y los nuevos comienzos, los meses, los años, no son más que meras divisiones estratégicas para mantener un orden sistematizado. Es nuestro deber aprender a sentir nuestro tiempo interior; generar comienzos a partir de nuestros propios finales que son inherentes a cada ser, superar vacíos existenciales y darle lugar, paulatinamente, a la luz. Esa es la verdadera forma de contabilizar el tiempo vivido, por eso, animate a preguntarte de vez en cuando: ¿Cuántos finales y comienzos tengo?"

No hay comentarios:

Publicar un comentario