miércoles, 16 de octubre de 2013

Duelo.

Supongo que no soy la única que alguna vez se imaginó su velorio o el de sus personas queridas. Sincerandome, en los de las personas queridas me imaginaba tirada llorando, o no yendo, sentía que no podría hacerlo, ver el cuerpo, ver tanta gente llorando, tener que ir a una misa, el cementerio, siempre me imaginaba haciendo un escándalo, llorando a gritos.
No fue así, perdí una de las personas más importantes de mi vida, la imprescindible, y no fue así. En el velorio estuve haciendo chistes negros y disfrutando de parte de mi familia que hacía mucho que no veía. Dolió, pero no como lo imaginaba.
Estoy buscando decir cada cosa con precisión y no parecer desalmada. Puede ser difícil de entender, lo es de explicar.
Cuando mi mamá se enfermo, había días en que la imaginaba curada y en casa otra vez, otros en los que planeaba raparme para que no se sintiera mal por su pelo, y otros en los que imaginaba su velorio. Cuando imaginaba su muerte se me retorcía el alma, lloraba sin parar y no veía futuro, pensaba que no podría volver a ser feliz, me hacía muy mal pensarlo.
Hace cuatro meses que se murió y estoy perfectamente recuperada. El único día de duelo en casa fue el día que murió, de ahí en adelante creo que todos pudimos dar vuelta la hoja y empezar a acostumbrarnos a la idea de ser cuatro en la familia, de que yo fuera la única mujer y de que el desorden nos aplastara.
Mi pensamiento es que yo antes de que se muriera me revolcaba de dolor cuando pensaba en su muerte y, sin embargo, cuando pasó fue tan llevadero porque ella se fue físicamente pero quedó en mi, sé que ella está en mi y por eso no me dejó caer, cuando Papá me dio la mala noticia fue horrendo, pero me tomó 5 minutos recuperar la calma y sentir paz. Una paz única que nunca se fue. Una paz llamada Mamá. Sé que es ella lo que me hace levantarme todos los días y ver el sol. Sé que ella es la que me prohibió estar mal.
No puedo creer que haya sido tan fácil superar algo tan horrible. En serio, fue fácil, y fue, porque ya lo superé. Me costó poder decirlo porque creo que debe ser inentendible para otra persona que yo lo diga tan tranquila, que superé la muerte de mi Mamá y que fue fácil, pero estoy orgullosa de poder decirlo porque sé que ella debe estar feliz de lo que logró en mi, de lo que me dejó: ésta fuerza que no se de dónde saco para estar tan bien y poder, incluso, ser el soporte de otras personas que no lo están. No sólo superé ese mal trago, sino que me siento muy bien parada, siento que nada me puede hacer mal, porque hoy soy fuerte, y ésto me dejó mi Mamá.
Ella no se fue por completo, ella vive en mi.

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