domingo, 8 de diciembre de 2013

Capítulo cuatro.

Como Aldi me había aclarado, todos sabían que a la facultad ya no iba. Con el tema de la anorexia, mis viejos me dejaban hacer lo que quería, pero eso no sería para siempre. Una tarde se aparecieron por sorpresa en casa a hacer limpieza y a ponerme los puntos.
Me dijeron que no podía estar todo el día al pedo y me dieron una semana para elegir una carrera en la que pudiera ingresar, pero como todas las carreras ya había empezado, elegí un curso de gastronomía, porque era corto.
El curso era de dos años, los Martes y los Jueves, de 8 a 16. Lo de corto era una mentira, y lo comprobé una vez que estaba anotada, no había vuelta atrás. Intenté ponerle ganas. Esperé ese primer Martes con ansias, quería conocer gente nueva. En realidad, quería ver si podía conocer gente nueva.
Llegó el día y elegí ponerme un chupín de jean con sandalias y una remera casera re canchera. Me pareció muy importante tener una primera impresión que me hiciera interesante, con una remera que decía "karma is me" lo lograría.

Llegué 5 minutos tarde, no por retrasarme sino porque esos 5 minutos los esperé afuera fumandome un cigarrillo. No quería llegar primera ni última. Lamentablemente todos los ingresantes a ese curso estaban al pedo y había llegado puntuales, así que fui la última en entrar y todos me miraron. Momento en el que me arrepentí de haber ido a hacer facha a ese cursacho y me quería cambiar la remera, que era escotada. Además de haber arrancado yo mal con el curso, por mi llegada tarde, él arrancó mal conmigo, ya que la primer idea era ponerse de a dos. Odio, odié y odiaré los trabajos grupales. Soy lo suficientemente antipática como para lograr hacer sola las cosas.
-Vos sos..?
El profesor interrumpió los 20 segundos que llevaba mirando para todos lados, buscando un lugar donde ubicarme.
-Api. Bah, Abril Moreno.
-Ah, sí. Pasa, ubicate con ella que también quedó sola.
Me indicó con el dedo a una gordita que tenía una cara de emocionada increíble. Me dieron ganas de explicarle que no era su cumpleaños de 15, pero me senté y ni la miré.
-Hola, me llamo Jazmín.
-Hola
Seguí mirando al frente y no me presenté. No quería hacerme amiga de una gordita antisocial, y menos siendo tan simpática, me generaba desconfianza.

La primer tarea fue anotar cosas que sabemos sobre la cocina, como por ejemplo tiempo de cocción del huevo duro. Estaba perdida porque no sabía ni el ejemplo, la necesitaba a la Jazmín.
-Tenés suerte de que te haya tocado conmigo porque de tanto comer aprendí mucho de cocina.
Un chiste sobre su peso, me hizo reír. Gorda hija de puta, me caía bien.
Terminamos la actividad y la leyó Jazmín para el grupo. Sentía que estaba en la escuela, pero me estaba divirtiendo.
Tres mesas más adelante había fichado a unos amigos que estaban intentando hacer las cosas, eran re divertidos, no paraban de hacer idioteces, reírse y pegarse por no trabajar. Los dos eran muy facheros y me gustaba eso de que parecían infantes. Incluso creo que me reí por alguna pavada que se mandaron.
-Por qué los miras? Cuál te gusta? Yo los conozco, te los presento?
-Eh? Qué? No miré a nadie, no llames a nadie, me muero.
Bueno, se me notaba que estaba pendiente. Dejé de mirar. Llegó el recreo para almorzar y ella me invitó a comer con ella, en el buffet. Accedí sin saber que nos sentaríamos con Alejo y Pancho, mellizos que eran sus amigos, los mismos que venía mirando sin jactarme de que eran iguales. Actuaban igual que los gemelos hermanos de Ron, en Harry Potter, y me re copaban.
-Hola, soy Pancho, pero no soy tan pancho como parezco. Él es mi mellizo, pero tiene novia así que no quiero que se saluden.
Era re pancho que hiciera una presentación tan actuada, pero me hizo reír y me presenté simpáticamente:
-Hola, soy Api, ella es mi melliza, Jimena, no habla mucho.
Abracé al aire y les pareció re divertido a los tres.
Pasé con ellos el recreo y cuando volvimos a clase nos sentamos los cuatro cerca, aunque ésta vez, Pancho al lado mío, y no paraba de hacer chistes chamuyeros que me parecían muy idiotas pero me hacían reír.

Tenía mi altura, el pelo corto pero con cresta, los ojos oscuros y una predominante barba candado en su cara, el único signo de que era un hombre y no un nene. Abría la boca para hacer un comentario y yo ya estaba sonriendo, me daba mucha risa. No era un chico al que yo definiría como mi ideal, pero eso era lo que más me gustaba. Si no quería conocer otro Francesco, tenía que cambiar mis gustos.
Cuando terminó esa tarde, Alejo nos llevó a Jazmín y a mi a nuestras casas, con Pancho de copiloto. Llegué a mi casa dolorida de reírme; era raro ver cómo pasé de un día creer que me iba a morir de no poder superar a un ex a otro día creer que me iba a dar una neurisma producida por horas de risa.

El Jueves, me levanté mucho más excitada por ir al curso, como estaba fresco, me puse un buzo como tres talles más que yo y un chupín, con zapatillas cancheras y un rodete. Estaba masculina pero canchera, me gustaba ir cambiando de onda. Entre el tiempo que me tomó desayunar, elegir la ropa y peinarme, se me hicieron las 8 menos 20, teniendo en cuenta el horario tan recurrido y la distancia, llegaría tarde. Bajé corriendo las escaleras, y cuando salí afuera, ahí estaba, Pancho, sin su mitad, esperandome para ir juntos. 10 puntos para Gryffindor!

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