martes, 3 de diciembre de 2013

Capítulo tres.

Quisiera poder pasar desapercibido el detalle que entre la pelea de la parejita sólo encontré la mitad de mi ropa y terminé volviendo a mi departamento caminando descalza, ya que no tenía la plata ni calzado, y en corpiño, con cara de resaca, despeinada y bajo la delatadora luz del mediodía.
La cornuda primero me sacó de la cama de un sacudón y me empezó a ahogar de preguntas, pero le dije que yo no sabía que ella existía y que tampoco era su novia, que le pidiera explicaciones al chabón. En el momento gocé que fuera cornuda, como yo lo había sido. Pero el tiempo me hizo entender que si yo no había disfrutado ser cornuda, tampoco se lo merecía la gordita llorona que me había despertado ese Domingo.
El momento de mierda me hizo ver que estaba siendo patética, y me dio culpa haber estado con un chico que no fuera Francesco, así que le mandé un mensaje: "Quiero hablar con vos".
No sé por qué lo hice, pero necesitaba hacerlo, creí que la culpa por haber sido puta por una noche estaba justificando sus mentiras. Por un momento me olvidé de que era una basura, me olvidé que ese día lo dejé tirado en la puerta del hospital y nunca más me llamó, se olvidó de que yo existía y esa mañana me olvidé que a él no le importaba yo.
Aunque hacía mucho que no nos hablábamos, él me conocía más que yo, sin responder fue a mi departamento. Cuando sonó el timbre yo estaba tirada en el sillón fumandome un cigarrillo, mientras lloraba. Aún descalza con los pies sucios, con resaca y en corpiño. Le abrí en el estado que estaba y se dio cuenta de que mi vida no andaba bien. Cuando lo vi me agarró una cosa fría en el pecho, la cosa, pero con angustia, quise llorar a mares pero me aferré al humo del tabaco y lo contuve. Me saludó con un beso frío y un abrazo contenedor, ignorando que estaba en corpiño, porque para él no era nada nuevo.
-Hola Abril
Me dijo. Con voz extraña. Con tristeza creo, no sé si por extrañarme o por verme en ese decadente estado. Entré y me tiré en el sillón. Él, distante, eligió la cabecera de la mesa, mientras me miraba pidiendome una explicación al mensaje o a mi look.
Cuando le mandé el mensaje fue en un estado de tristeza y pedo duradero, pero en ese momento lo tenía frente a mi y lo último que quería hacer era decirle "te mandé porque me dio culpa haberme garchado a un chabon que no sé ni el apellido". Me sentí muy incómoda con no saber cómo explicarle que estaba con el pelo como un león y en corpiño, pensaba que Francesco pensaría que lo llamaba desesperada por sexo, era una situación peor que la de la cornuda.
-Quería saber cómo estabas, nunca más nos vimos y aunque no parezca, me interesa saberlo..
-Todo bien Api, con que quieras saber cómo estoy, pero no da mandarme un Domingo a las 11 de la mañana y recibirme así, alguna te mandaste, no me la caretees.
Me dijo Api y mi mundo se vino abajo, por su frialdad Francesco tenía novia y las lágrimas me hacían cosquillas en los ojos, mientras la pera me temblaba. Siempre la misma pendeja frágil, teniendo que quedar como una boluda llorando o tragandome todo para poder demostrar fortaleza.
Tuve que contestarle así que tuve que dejar correr las lágrimas, no iba a ver nada nuevo. Que no lo había superado no era noticia.
-Qué pasó? Decime
-Anoche estuve con un chico y ahora tengo culpa, no lo soporto
-Culpa de qué?
-No sé si es culpa, no sé qué carajo es pero lo odio. Siento que estuve mal con vos y no estamos juntos hace seis meses. Siento que nunca voy a poder hacer mi vida, estoy desesperada.
Me quebré y su alma se hizo presente, algo de alma tenía, se paró y me abrazó, aún con frialdad, se sentó en el sillón y cuando me calmé me volvió a partir:
-No tenes que hacer esto, si intentas hacer tu vida no me tenes que pedir aprobación, manejate. Y creo que es lógico que te cueste, pero yo no puedo venir a consolarte por haber estado con un chabon, me molesta.
Tenía razón, era una situación más que ridícula, pero dolía escucharlo.
-Sé lo mal que estuviste y nunca aparecí porque era mi culpa, y yo te puedo asegurar que estuve muy mal por vos, yo la llamaba a tu vieja siempre y me fumaba sus puteadas, pero yo me interesaba por tu salud. Mientras vos jugabas a la nena egoísta yo me estaba queriendo morir por haberte convertido en eso, me quería morir cada vez que iba al hospital y no me dejaban verte, cada vez que te quería escribir y tus viejos me lo prohibían, la pasamos muy mal, Abril, pero hay que dejarlo. Somos grandes, demostrame que creciste y sé racional. Una pavada de adolescentes casi te mata...
PAVADA DE ADOLESCENTES. Eso era nuestra relación para él. Algo que a mi me sacaba el aire para él era un juego, la anécdota de la loquita anoréxica. Francesco no dejaba de apuñalarme y en vez de cooperar estaba volviendo a destruírme.
-Te llamé porque soy una pelotuda, ahora no quiero verte, perdoname pero te odio.
Me paré y lo acompañé a la puerta. Por su cara y su caminata resignada, supe que se estaba arrepintiendo de haberme conocido, pensaba que yo estaba loca. Y lo estaba.
Estuve con otro chico, estuve bien. Pasó un día y sentía asco. Volví a ver a Francesco y me daba náuseas su cara de "acá no pasó nada". Sola no podía estar porque escuchaba mis pensamientos y me quería pegar un tiro. Qué carajo iba a hacer de mi vida si nada me contentaba?

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