lunes, 20 de julio de 2015

La rota

-Y a vos no te importa nada. No sólo no te importo yo, no te importa nada, vos no eras así.

Le dijo mientras ella bailaba o se reía. Se reía pero sabía que era cierto. "No, no me importa nada, perdoname", pensó. ¿Por qué tenía que perdir perdón?

Ese invierno disfrazado de cambalache era el intento de un arreglo. Era desastroso y todos lo sabían. Todos lo decían. Ella lo decía haciendo hombritos. Pero no daba más. La flaca estaba rota y lo llevaba con la mejor sonrisa posible, pero nadie la ayudó.

Que está en cualquiera.
Que es una puta.
Que tiene que parar un poco.
Que no tiene límites.

¿Y por qué, a ver? ¿nadie se preguntó por qué?

Se la pasaron hablando de que el dolor es así y asá, cada uno tiene su dolor, bla bla bla. Y no supieron ver su dolor. La juzgaron, la señalaron y la alejaron. La piba se hartó y se perdió.

Se alejó tanto del dolor que nunca pudo encontrarse a si misma. Quedó vagando en el vacío de su existencialidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario