sábado, 5 de junio de 2021

Mundial de escritura, Día 2 (describir una casa)

 Durante el verano, Daniela comenzó a trabajar en la inmobiliaria de su tío Juan José para poder ahorrar un poco de dinero. El trabajo era sencillo: atender al público y cobrar a los inquilinos. Era la changa de verano perfecta para una estudiante de vacaciones. A los pocos meses de haber ingresado en el lugar, Juan José le pidió que pasara por un departamento en Núñez a ver si daba con el inquilino, que no pagaba hacía dos meses, ni atendía el teléfono.
 Daniela no se sentía cómoda acechando a una persona sin previo aviso, pero estaba entusiasmada por encontrar al inquilino y poder cobrarle, aunque sea, un mes del alquiler. Así su tío vería que contratarla había sido tan conveniente para él como para ella. Llegó a destino sin complicaciones, bajó del auto y tocó el timbre del edificio. Tocó otra vez. Y tocó durante unos segundos, por si estaba durmiendo el inquilino. No hubo respuesta. Llamó al tío. El tío estaba ocupado y le dijo que averiguara y que se ocupara. Se sintió una inútil. Tocó el timbre de la vecina. La vecina le dijo ahí y voy. Y fue y le abrió. -Hola, ¿Vos sos la dueña del 6to. C? -Hola, gracias por atenderme. No, trabajo en la inmobiliaria de mi tío, y no podemos ubicar al inquilino, si no te comprometo, ¿Podrías decirme si aún vive acá? -Hace rato que no viene, no lo queremos acá, está loco el tipo ese. Hace rato no viene, pero dejó abierto. - ¿Cómo que dejó abierto? - preguntó Daniela con curiosidad. -Abierto, la puerta abierta. Pero hay tanta baranda que nadie entra. Este es un edificio de familia. Ustedes se tienen que hacer cargo, el olor de ese departamento nos baja el precio de las propiedades a los demás. Sin dudarlo, Daniela llamó a su tío: -Hola tío, ¿estas ocupado? -Dani, ¿qué haces? Vengo manejando, pero estas en altavoz. ¿Qué pasó? -Estoy acá en el departamento de Núñez. Y no me atiende nadie. Una vecina me dejó pasar, me dijo que hace rato no viene el inquilino, y que hay mal olor. Está abierto el departamento, ¿te parece que pase a mirarlo? - ¡¿Cómo que no vive más ahí?! La concha de la lora. Sí, pasa pasa. Fijate como está el departamento. La dueña me va a matar. Con una sensación rara en el estómago, Daniela tomó el picaporte del departamento y pudo comprobar que estaba abierto. El olor era muy penetrante, por lo que tapó su boca con el perfumado pañuelo que traía en el pecho. El olor era a algo muy limpio, o desinfectado, como amoníaco, pero mezclado con algo podrido, como olor a perro muerto. Había olor a amoníaco y a perro muerto, y a durazno y ámbar, por el perfume. El piso del departamento tenía muchas manchas con mugre pegada, había trapos, pinceles, pegamentos, pinzas, tijeras, químicos. A medida que los ojos de Daniela recorrían la escena, el olor se impregnaba en su nariz y un frío subía por su espalda. Cada cosa que veía la alertaba un poco más. Vio una gota de sangre en el piso y salió corriendo del edificio, subió a su auto, llamó a su madre llorando y ésta llamó a su hermano para decirle que era un inconsciente por mandar a su hija sola a un lugar que no sabía si era seguro. Y también le dijo que Daniela no trabajaría más para él. Exasperado, Juan José cortó con su hermana y decidió que al volver de su viaje pasaría él mismo por el lugar. Al entrar al departamento, Juan José no contaba con un pañuelo con notas de durazno y ámbar, por lo que no pudo evitar las náuseas tras percibir ese peculiar olor. Tal como habían llamado la atención de Daniela, Juan José se detuvo en las botellas con líquidos de colores, similares a químicos, las variedades de pegamentos, las manchas, los diarios. Había a la vista más de diez variedades de pinzas y tijeras, como si se hubiera montado un quirófano en un monoambiente. Al lado de la cama, un freezer tamaño familiar robó su atención, ¿para qué querría una persona sola tener un freezer tan grande en un departamento tan pequeño? Con un mal presentimiento, jaló la puerta del artefacto. El grito al ver una cabeza de cerdo -o jabalí- fue ahogado por la arcada al destapar la fuente del olor putrefacto: un freezer repleto de carne animal podrida. Juan José salió corriendo del departamento con los ojos llenos de lágrimas por el hedor de la muerte. Desesperado, decidió llamar al inquilino: - ¿Qué queres? - ¿Me podes explicar qué carajo hiciste en el departamento? - ¡Ah! ¿Me hablas del de Núñez? Lo que estas viendo es taxidermia, el arte de los que vivimos en el closet de los inmobiliarios homosexuales homofóbicos. Igual ya dejé. Al departamento digo, y a vos también. La taxidermia ni loco la dejo.

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